La clase media no existe. Sólo es un estado de ánimo inducido.

Risotto con langostinos

08/10/2006

Tenía yo la intención de comerme hoy un arroz caldoso con langostinos, ¿saben ustedes? He llegado a desarrollar una cierta habilidad en su preparación. Pero a medio camino me he arrepentido, y me he dicho a mi mismo: mejor un risotto. Y manos a la obra. Se hacen ustedes con unos langostinos en la cantidad que les parezca bien, en función del número de comensales que vayan a ocuparse del asunto, pero siendo generosos, y se agencian también pimiento verde, rojo, una cebolla gorda, un par de dientes de ajo, un buen puñado de habas, tomate, azafrán, un buen trozo de queso parmesano sal y pimienta. Pelan los langostinos, y fríen las cabezas en una sartén amplia, porque en el mismo recipiente van a preparar el risotto. Mientras, las cáscaras de los langostinos se ponen a hervir, junto con los pellejos y los desperdicios de los vegetales.

Cuando las cabezas de los crustáceos han soltado todas sus ideas en el aceite, los pasa usted de la sartén a la cazuela donde hierven las cáscaras, escurriéndolas bien, para no desperdiciar una gota de este aceitito tan sabroso en el que van a hacer ustedes un sofrito con todos los vegetales antedichos, a los que añadirán sal y una buena cantidad de pimienta molida. Un sofrito lento, espeso, de esos que se pueden confundir con facilidad con un rico y concentrado pisto. Al final añaden las habas y el azafrán triturado. Ha llegado el momento de medir el arroz. Una cacilla de arroz por persona es más que suficiente. Para hacer el caldo, se pone agua suficiente para que haya cuatro partes de caldo por cada parte de arroz. Una vez que está el sofrito terminado y las habas han dado unas vueltecitas, añaden caldo en la sartén en la cantidad señalada, y cuando comienza a hervir, añaden el arroz. Entonces tienen que remover contínuamente. En seguida añaden los langostinos pelados y le dan unas vueltas. Unos minutos después, añaden el parmesano rallado y siguen moviendo. Lo mantienen ustedes en el fuego cada vez más lento, moviéndolo constantemente, y lo prueban de vez en cuando. En el momento en que el grado de dureza del es de su gusto, que a mí me gusta más bien durito, lo apagan y llaman a sus invitados a la mesa, no sea la cosa que se pase y tengamos el drama montado. Pues eso.