El problema de no mancharse las manos con sangre ajena es que alguien se las manche con la nuestra.

A Dios lo que es de Dios...

14/11/2006

El otro día leía en alguna parte que en la ejecutiva del PSOE habían tenido cierta tensión con ocasión del debate sobre el nuevo sistema de financiación de la Iglesia Católica, que más que nuevo, es el mismo, pero un poco remozado. Al parecer hay un sector en el PSOE partidario de un verdadero estado laico, en torno a don Álvaro Cuesta, que realiza una propuesta interesante que se resume en definitiva en algo muy sencillo: ofrecer a la Iglesia Católica y a aquellas otras confesiones que quieran sumarse, como los mormones o los testigos de Jehová, su aparato administrativo para ayudarle a recaudar las cuotas voluntarias que quieran pagar los creyentes.

Vamos, que si usted quiere ayudar a la financiación de la iglesia de su elección, puede aportar su generoso donativo a través de la declaración anual del IRPF, pero esa cantidad no se detraería de los ingresos del estado, que necesita el peculio para hacer carreteras y abrir escuelas y hospitales, sino que supondría un pequeño aumento de la cuota a pagar. Así, si usted quiere contribuir al sueldo de don Federico con 50 euracos y en su declaración del IRPF sale que debe pagar 1.000, pues en lugar de esos 1.000, paga 1.050, y tan ricamente, la conciencia tranquila y Dios y el Cesar tan a gusto por el negocio cerrado así, tan amistosamente. Después, el Estado, pues ya se encarga de hacerle llegar a los señores obispos esa cantidad para que con ella hagan sus cosas de curas. Y hay que decir que es ciertamente una oferta generosa, ya que el Estado no tiene por qué hacer de monaguillo pasando el cepillo de los monseñores; pero bueno, transijamos un poco, que para eso son fundadores de la patria.