La clase media no existe. Sólo es un estado de ánimo inducido.

Sobre frentes y puentes: carta abierta a monseñor Uriarte

21/01/2007

El Obispo subvencionado de San Sebastián, Monseñor Uriarte, ha dicho unas palabras llenas de verdad, razón y amor al prójimo: la sociedad española necesita «puentes que unan» y no «frentes que desunan«. Ahí ha estado el prelado pensionado muy puesto en razón y ha tenido muy buen tino. Así que he decidido escribirle una carta, para hacerle llegar mis reflexiones sobre puentes y frentes. Mañana, a primera hora de la mañana se la envío, por correo certificado y con acuse de recibo, que es muy divertido. Es la que sigue:

Monseñor:

Espero que al recibo de la presente se encuentre usted bien de salud, duerma tranquilo todas las noches y no tenga ninguno de esos problemas de conciencia que tan mal nos lo hacen pasar a todos con cierta frecuencia. Yo, por el momento, me encuentro bien de las tres cosas. Aunque supongo que no por demasiado tiempo, porque como usted sabe, el pecado y la culpa están siempre al acecho.

Me pongo en contacto con usted para realizar unos comentarios a sus recientes afirmaciones de que España necesita «puentes que unan» y «no frentes que desunan«. No puedo estar más de acuerdo con sus palabras, pero no deja de sorprenderme que procedan de un obispo, de un integrante de la Conferencia Espiscopal Española, que es, precisamente, una de las entidades que mayor esfuerzo ha hecho y está haciendo por convertir la política española en un foro irrespirable. Lamento tener que decirle estas palabras pero, en mi opinión, responden a la realidad.

Me gustaría recordarle que la Iglesia Católica española, subvencionada con fondos públicos, como usted a buen seguro sabrá, es la propietaria, o la principal accionista, de una de las cadenas de radio españolas más escuchadas, la COPE. A través de dicha cadena, todos los días, de lunes a domingo, y en horario de madrugada, mañana, tarde y noche, podemos escuchar a periodistas y locutores de lo más crispados y crispantes afirmar en actitud poco cristiana -a pesar de que alguno de ellos es luterano militante- que vivimos en un estado totalitario, que hay complicidad entre el Gobierno y la banda terrorista ETA, que el Gobierno ha decidido ceder ante ETA, que Navarra ya no es España, que se actúa contra las víctimas del terrorismo, que el PSOE es responsable de los 192 muertos de los atentados de Atocha, que José Luis Rodríguez Zapatero accedió al poder mediante un golpe de estado encubierto, y otras cosas de tenor similar; desde esa cadena, y en los horarios antedichos, además se insulta de manera sistemática a los políticos de todos los partidos que no son el PP -e incluso a algunos del PP-, así como a sus seguidores, militantes y votantes. Como usted sabrá, esa no es una forma adecuada de contribuir a romper los frentes, sino que sirve más bien para fortalecerlos y convertirlos en verdaderas líneas acorazadas. Y usted perdone por el lenguaje militar, pero no hago más que seguir el juego propuesto por usted.

Es muy posible que éstas no sean las formas más adecuadas de tender «puentes que unan«, Monseñor. Quizás hubiera sido más adecuado que ustedes los obispos, sin renunciar a hacer públicas sus opiniones tanto individuales como colectivas, hubieran utilizado su emisora de radio para fomentar el debate y la crítica constructivas, y no como la eficaz y rentable industria del insulto en que la han convertido.

Por otra parte, he de recordarle que, sin necesidad de cadena de radio alguna, ha sido la Iglesia subvencionada española la que, en los primeros momentos de la legislatura actual, comenzó a cavar las trincheras en las que se establecerían después los frentes, oponiéndose de manera radical y muy maleducada, a algunas de iniciativas del Gobierno, como la reforma del matrimonio civil o las leyes educativas, llegando a participar algunos obispos pensionistas -es decir, mantenidos por el Estado- en las manifestaciones. Y no es que quiera negar a los señores obispos que hagan uso de sus libertades ciudadanas, sino que estoy señalando la contradicción que hay entre las palabras de usted y los actos de sus colegas, cosa, por otra parte, harto frecuente en la historia de la Iglesia Católica, que, insisto, para que no se olvide, en España está subvencionada.

Lo cierto es que a día de hoy, Monseñor, la sociedad española es una sociedad crispada, enfadada, dividida, y ustedes, los obispos, son responsables, en buena medida de ello.

Sin otro particular, le envío un cordial saludo y quedo a la espera de sus siempre gratas noticias.

Ricardo Royo-Villanova Martín