Yo soy oficialista. Los críticos son ustedes, los de la dirección.

La guerra sostenible

14/09/2007

Estamos de enhorabuena. Estos días nos hemos enterado por vías diferentes de noticias que tienen un punto en común: los grandes desalmados del planeta tienen su corazoncito. Es conmovedor. George Busch, ese borrachín de Nueva Inglaterra al que daddy compró un equipo de béisbol de Texas para que entretuviera su insultante ociosidad, que cuando llegó a Gobernador del estado entretenía sus noches de insomnio electrocutando negros de manera compulsiva; ese presunto delincuente internacional que ordenó la invasión de Irak que tantos muertos y tanto dolor a propios y extraños causa aún cada día, y de la que su país todavía no sabe cómo salir; ese hombre llora como consecuencia de las obligaciones que le impone su cargo. Y es que matar, lo que se dice matar, pues mata, pero lo hace a regañadientes, como descontento y de mala gana, el hombre. Y, claro, llora.

Pero la otra noticia es mucho más llamativa que la del presidente llorica, porque los americanos lloran mucho. Rusia, la madre Rusia, la casa Rusia está fabricando una bomba nueva, de gran potencia, que va a suponer un paso adelante en el arte de la guerra. Se trata de una bomba que tiene una capacidad destructiva similar a la de una bomba nuclear. El nuevo ingenio convierte en polvo todo aquello que está al alcance de una especie de combustible pulverizado que dispersa, como si fuera un spray, y que al mezclarse con el oxígeno explosiona. La gran novedad de esta bomba es que después de explotar, después de destruirlo todo a su paso, después de reducir a cenizas a las personas y a las propiedades, ya no hace nada más. No contamina. El suelo queda allanado, chamuscado y listo para el siguiente uso. Así, el Ejército ruso podrá hacer la guerra con la tranquilidad de conciencia que da la corresponsabilidad con la conservación del medio ambiente. Ha nacido la guerra sostenible, demos gracias a Alguien.