A mí, el tomate frito me gusta muy dulce, por eso le pongo tres cucharadas soperas de azúcar por medio kilo de tomate.

¿Es Cuba una dictadura?

14/07/2021

Como ocurre regularmente, estamos estos días inmersos en un debate bizantino acerca de si el régimen de Cuba es o no una dictadura, y nos cruzamos todo tipo de argumentos, que si el partido único, que si hay o no elecciones, que si la represión, que si el bloqueo o que si el embargo… A mí, el tema de Cuba, como a todos los que somos de izquierdas, me cuesta. Me cuesta mucho. Pero si Hugo Chávez pudo decir que era una dictadura, no deberíamos nosotros tener complejos a ese respecto, ni dejarnos llevar por espejismos, apriorismos ideológicos o añoranzas de lo que pudo haber sido y no fue…

En mi opinión, Cuba sí es una dictadura. No una dictablanda, ni un pueblo acosado, no. Es una dictadura. Es un régimen autoritario de partido único que no prevé su propia superación. Si las dos primeras circunstancias ya deberían hacernos sospechar, creo que es la tercera, más que ninguna otra,  la que convierte a Cuba en una dictadura. Ningún régimen político debería impedir a las generaciones futuras -o a las presentes- su propia superación.  La prueba de fuego de cualquier régimen para saber si es o no una dictadura es comprobar si  le da a la ciudadanía regularmente la oportunidad para que, a través de diferentes opciones políticas, y mediante un proceso electoral libre puedan reformar, cambiar, o incluso derribar el régimen político y sustituirlo por otro. Es una prueba de fuego en un doble sentido: por un lado, porque muestra claramente el carácter democrático del régimen, que no se tiene a sí mismo por eterno, y en segundo lugar, porque se fuerza a buscar constantemente la aprobación del pueblo. El régimen será bueno en tanto en cuanto sean minoritarios los sectores políticos que quieren derribarlo, pero tengan oportunidad de intentarlo. 

Un pueblo que no tiene en sus manos la posibilidad  de superar su régimen político es un pueblo tutelado. Si nos quejamos en España de la mayoría reforzada que es necesaria para hacer cambios importantes en la Constitución, no podemos ignorar que en Cuba sencillamente no existe la posibilidad de que llegue al legislativo una opción política que plantee un cambio de régimen o de sistema económico.

Cuba, dictadura y anacronismo

¿Qué hacemos si Cuba convoca elecciones y las gana un partido capitalista, como pasó en Nicaragua? Bueno, eso es un problema, ciertamente, pero es que no somos nosotros los que tenemos que hacer nada, sino los responsables del régimen quienes deben plantearse qué han hecho mal para que haya gente que quiera volver al capitalismo. Si el socialismo cubano fuera tan bueno, las autoridades cubanas le tendrían tanto miedo a unas elecciones libres como las españolas temen a que una opción política partidaria de restaurar la Monarquía de los Reyes Católicos pudiera hacerse aquí con la mayoría parlamentaria.

Un amigo mío dijo recientemente que Cuba es un anacronismo, pero que es nuestro anacronismo, el de la izquierda. A  la vez tememos que lo que venga pueda ser mucho peor que lo que hay. Ambas cosas nos hacen aparecer paralizados y balbuceando cosas sin demasiada convicción. Por eso, la izquierda tiene tan poca credibilidad cuando habla sobre Cuba y por eso hay que decir claramente lo que ya no es más que un hecho palmario, evidente y que casi no hace falta demostrar: Cuba es una dictadura. Sólo a partir de ese reconocimiento será posible construir una discurso progresista creíble que pueda contribuir a que Cuba supere el régimen actual sin cometer los errores que cometieron otros regímenes socialistas cuando colapsaron, y sin caer en manos de los sectores más impresentables de la oligarquía económica internacional.