Bueno, antes o después volveremos a intentar romper España, y con más brío, si cabe…

Y lo de Rodríguez Ibarra, ¿no es traición?

27/01/2008

El otro día escribí una anotación en este blog en la que criticaba a José Bono, y basaba mis ataques en simples impresiones, en opiniones personales, quizás incluso en prejuicios. Se trataba de una crítica meramente subjetiva y por eso misma, sujeta a error. Hoy me voy a ocupar, de forma un tanto más objetiva, de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Soy consciente de que en la izquierda tenemos cierta tendencia a la intolerancia mutua y, por cualquier desacuerdo nimio, a tratarnos de traidores unos a otros. Siempre he huido de este comportamiento, y pocas veces se me ha visto acusar a nadie de tración, sino más bien afear la conducta de quien lo hace. Hoy, sin embargo, no tengo más remedio que decirlo muy claramente: Juan Carlos Rodríguez Ibarra es un traidor.

Siempre me ha parecido Rodríguez Ibarra un político sectario de tomo y lomo y un demagógo de libro que ha vivido políticamente de dar subsidios a sectores enteros de población, de cobrar pocos impuestos y de esperar que vengan de fuera, concretamente de Madrid y Cataluña -donde sí se pagan impuestos, aunque en Madrid últimamente menos- a financiar sus políticas caciquiles. Hay quien piensa que eso ha sido bueno para Extremadura y hace muy bien en pensarlo. Eso, en cualquier caso es lo que le ha permitido conservar un apoyo electoral más que notable durante muchos años.

Rodríguez Ibarra ha sido -quizás lo sea aún- uno de los «barones» más importantes y poderosos del PSOE. Con capacidad para hacer y deshacer, para amenazar a gobiernos y ejecutivas socialistas, Ibarra está acostumbrado a lanzar órdagos a su partido para se pliegue a su santa voluntad. Este fin de semana en la Conferencia Programática socialista, Rodríguez Ibarra ha ido demasiado lejos, al intentar obligar al Partido Socialista a que introduzca en su programa electoral el compromiso de dar al PP la capacidad de vetar cualquier nueva conversación o contacto con la banda terrorista ETA.

Eso es lisa y llanamente traición. Dado que no soy miembro del Partido Socialista, no voy a  decirles a sus dirigentes lo que tenían que haber hecho, que es básicamente someter al dirigente extremeño al ostracismo más absoluto e iniciar un procedimiento de expulsión por plantear que un partido externo y de extrema derecha tenga capacidad de decisión sobre la actividad de su propio partido. Eso no lo voy a decir. Lo que sí digo es que pretender que tu propio partido político y el gobierno al que sustenta no tenga capacidad operativa plena, proponer a tu partido que otro partido le tutele en su acción de gobierno es traición a tu partido, así, lisa y llanamente.

¿Ya no recuerda Rodríguez Ibarra lo que ha hecho el PP durante toda esta legislatura? ¿No recuerda que han acusado desde sus medios afines -concretamente desde la radio de los obispos subvencionados- al PSOE de estar detrás de los atentados del 11-M, con el objeto de cambiar el resultado electoral? ¿Ya no recuerdan que han realizado al menos cinco manifestaciones a lo largo de la legislatura acusando al PSOE y al gobierno de ser cómplices de ETA? ¿No recuerda que se acusó a los socialistas de querer vender Navarra a ETA? ¿Ni cómo utilizan los populares de ariete a la asociación llamada de víctimas del terrorismo para presentar al presidente del Gobierno como enemigo de las víctimas y amigo de los terroristas? ¿No se ha dado cuenta Rodríguez Ibarra del uso mezquino que hace el PP del terrorismo y de todos y de cada uno de los muertos y de los heridos en su propio beneficio político, ellos que no niegan que están en política para forrarse? ¿Es a esta gente a la que Rodríguez Ibarra quiere dar capacidad de veto sobre la acción del gobierno?

Pues eso es, en mi opinión, traición. Traición política al PSOE, y traición personal a José Luis Rodríguez Zapatero.