¡He visto la luz!

¿Está A Sueldo de Moscú realmente a sueldo de Moscú? (4)

13/09/2008

Esta entrada es continuación de ésta, de ésta y de ésta otra.

En la anterior entrada de esta bella serie expuse mi opinión sobre la guerra de Georgia. En esta voy a intentar aclararme acerca de quién la empezó. hablamos de la guerra. En principio, creo que eso depende de a qué nos refiramos, porque a estas alturas ya estamos hablando de dos cosas diferentes: por un lado está la guerra de Georgia, y por otra parte, la crisis diplomática y militar entre occidente y Rusia

En cuanto a la guerra de Georgia, creo que es un debate estéril -y muy infantil- el de si empezaron unos u otros. La agresión del 8 de agosto es tan grave y tan desproporcionada que justifica por sí sola la salida de Osetia del Sur y Abjasia, como he dicho antes, de cualquier parcela de soberanía del gobierno georgiano que tan gravemente les ha atacado. Ello al margen de que la agresión estuviera o no pactada con Estados Unidos, u otras circunstancias que pueden tener más que ver con el conflicto diplomático entre Rusia, Estados Unidos y sus aliados europeos que con la guerra de Georgia, propiamente dicha.

En cambio, si hablamos del conflicto internacional, establecer quién empezó es muy complejo, y además muy subjetivo. Lo honesto es partir de esta subjetividad para analizar el asunto. En mi opinión -subjetiva, por ser opinión- el conflicto actual entre Rusia, Estados Unidos y sus aliados europeos comienza con la desintegración de la Unión Soviética. Durante unos años, Rusia está sumida en un estado colectivo de shock que representa muy gráficamente el borrachín Boris Yeltsin, y del que despierta con Vladimir Putin. No me interpreten mal, que no apoyo a Putin, ni estoy haciendo defensa política suya, ya que me parece -como Bush o Aznar- un sujeto cuando mínimo sospechoso de graves crímenes de lesa humanidad.

Durante los años de Borís Yeltsin, los países que pertenecieron en su momento al Pacto de Varsovia se fueron pasando poco a poco al bloque occidental, y en la mayor parte de los casos -y por razones comprensibles, en el sector más desvergonzadamente proamericano de dicho bloque. La mayor parte de estos países han ido ingresando en la Unión Europea o son candidatos a ello. Paralelamente a este proceso, se produjo el desmembramiento de la Unión Soviética, y los Estados Unidos han intentado atraer a su órbita a las repúblicas desgajadas, con notable éxito en el caso de Georgia y Ucrania, y con menos éxito en el caso del resto de las repúblicas del Cáucaso.

El caso es que Estados Unidos está intentando rodear a Rusia con un anillo de satélites, y a ha intentado sumar a Georgia a la hostilidad antirusa de Polonia y Ucrania. La operación le ha salido mal, probablemente por el exceso de celo y la impaciencia de su mandado Saakasvili.

El único fracaso notable que tuvo Estados Unidos a la hora de robarle los aliados a Rusia fue Yugoslavia -curiosamente el menos entusiasta de los países socialistas con el sistema soviético y el único que no formaba parte del Pacto de Varsovia. Yugoslavia mantuvo su alianza con Rusia tras la caída del socialismo, pero su lider, Slobodan Milosevic actuó de manera parecida a Saakasvili -salvando las distancias, evidentemente, ya que a Saakasvili, en mi opinión, le ha faltado tiempo para ponerse al nivel de Milosevic- con su mismo exceso de celo, pero se le fue la mano y enloqueció con el discurso y las políticas nacionalistas exacerbadas. En Yugoslavia, occidente y su OTAN tardaron en intervenir, porque no había grandes intereses económicos en juego, sino simplemente unos cuantos pueblos limpiándose los unos a los otros de manera compulsiva. Les dejaron hacer, y cuando consideraron que la zona estaba suficientemente asolada, llevaron a cabo una intervención criminal firmada por el español Javier Solana que resultó ser extremadamente dura contra los civiles serbios y de guante blanco con los verdaderos culpables de las matanzas, desaparecidos durante décadas sin que a nadie ni en bruselas, ni en Washington le preocupara el tema demasiado. Yugoslavia quedó desmembrada y la mayor parte de sus repúblicas desgajadas, en la órbita occidental. La guinda ha sido Kosovo. Cuando la crisis de Yugoslavia estaba concluida y sólo queda por llevar a cabo la reconstrucción, cuando en Serbia hay un gobierno que reniega de todo lo que supuso Slobodan Milosevic y tan democrático como cualquier otro de Europa del Este, Estados Unidos decide concluir su humillación y provoca la independencia de Kosovo.

Y, claro, si eso vale para unos, pues vale para todos. Así lo ve Rusia y así lo veo yo.