Estoy por transustanciarme en troll pepero para liberar tensiones.

Yo también zapateo a Bush

15/12/2008

George Bush, José María Aznar y Tony Blair son, probablemente, los criminales que, en lo que va de siglo, y en buena parte del anterior, tienen más muertos sobre su conciencia. Sin presuntos, zarandajas, ni leches. La Humanidad en pleno es testigo de ello, ya que todos pudimos ver por la televisión cómo los patéticos asesinos subalternos Colin Powel y Ana de Palacio tramaron el crimen en la ONU, mano a mano, codo con codo, turnándose en la difusión de las mentiras; como todos pudimos ver a los tres cabecillas terroristas reunidos en las Azores y lanzando la amenaza final que dio lugar a la llamada segunda guerra de Irak.

La segunda guerra de Irak fue una guerra de ocupación criminal, ilegal y salvaje que ha dejado sumido al país árabe en un estado de salvajismo y barbarie del que aún hoy no ha podido recuperarse. Una guerra que no sacó a Irak de una dictadura que no era mucho peor que otras que asolan el planeta, pero sí era mucho más refractaria a asumir como propios los intereses de los Estados Unidos y las multinacionales occidentales de la energía.

A continuación vemos algunos ejemplos de dictaduras amigas. En Kuwait aún no votan las mujeres, en Arabia Saudí y en los Emiratos Árabes Unidos, condenan a muerte a las empleadas de hogar filipinas que se resisten activamente a copular con sus jefes; les cortan las manos a los ladrones, apedrean a las adúlteras y aplican la Ley del Talión con la misma o más fruición que estados mucho menos salvajes y bárbaros que los mencionados, como Irán, o como era el  propio Irak antes de la intervención de Aznar y Bush. Las monarquías árabes son terribles dictaduras que se pliegan a a nuestros intereses, son dictaduras ejercidas con mano de hierro por nuestros queridos amigos Fuad, Mohammed y Abdulah, a quienes según parece, el ciudadano Borbón se refiere como «mis queridos primos«. Por eso, miramos para otro lado ante sus tropelías y descargamos nuestra ira contra aquellos países que no se pliegan a nuestra órdenes.

No es extraño que odien a George Bush en Irak, y lo raro es que no le odien los norteamericanos. Mucha gente sabe allí que George Bush ha mandado asesinar a su padre, a su madre, a su esposo, a su vecino o a varios de los anteriores. Mucha gente siente como un insulto que semejante criminal pise su país. Por eso, no es nada raro que un ciudadano responsable -a la sazón periodista y reportero de una televisión independiente- la haya emprendido a zapatazos con Bush y le haya insultado gravemente. Esta mañana los pijos de los contertulios de la SER se mostraban consternados y avergonzados de que un periodista se comportara de tal manera, y le ponían a caer de un burro. A mí me parece que el periodista irakí -a quien esperemos que no se las hagan pasar canutas en su detención las fuerzas policiales irakonorteamericanas- ha dado unas admirables muestras de un autocontrol, ya que para reaccionar de tal manera, es seguro que debe a Bush la muerte de varios allegados. Lo raro es que -tal y como están las cosas- no haya intentado asesinar al Presidente de los Estados Unidos.

Si yo tuviera ocasión (y si me atreviera, claro) también le atizaría un zapatazo a Bush.