Estoy en el centro de mi mundo, y soy incapaz de ignorar tal cosa.

Gaza: el punto de vista de Israel

02/01/2009

En una de las entradas que tengo publicadas sobre el criminal ataque de Israel -el estado que no tiene derecho a existir- contra Gaza, ha surgido un debate que al parecer se ha considerado secundario, porque no ha tenido demasiado éxito.  Un comentarista decía que él nunca sentaría a su mesa a un militante de Hamas, otro decía que a una formación como Hamas la consideraríamos de extrema derecha en Europa y finalmente yo mismo decía que efectivamente, nunca sentaría a mi mesa -es una forma de hablar- a un militante de Hamas, y en cambio, sí podría sentarme a cenar muchos ciudadanos israelíes con los que sin duda comparto valores, cultura, historia y muchas otras cosas. Alguno -en el colmo de la sinrazón y el delirio- comparaba a los ciudadanos israelíes con los alemanes más o menos cultos que, en el seno de una sociedad culta como la alemana, habían dado lugar a la forma de barbarie más sofisticada conocida hasta la fecha. Como conclusión a dicho debate, me comprometí a escribir una entrada en la que tratase de comprender el punto de vista de Israel.

Debo confesar que –al calor de la actualidad– es complicado comprender tal punto de vista, pero sin duda hay una cosa clara: los israelíes tienen tanto derecho a vivir en paz y en libertad como los palestinos. Mantengo que Israel es un estado que no tiene derecho a existir, pero necesito explicar lo que quiero decir. Algunos afirman que Israel es un estado artificial. Eso es tanto como no decir nada: todos los estados son artificiales y se basan en convenciones o en tradiciones culturales más o menos arraigadas. El problema de Israel no es en realidad de Israel sino de un territorio que se disputan dos pueblos que se sienten con derecho a vivir en él: el pueblo judío -o una parte importante de él- y el pueblo palestino. Los palestinos sostienen que ellos han vivido allí desde siempre, y que por ese motivo tienen derecho a seguir habitando dicho territorio. Los judíos -o mejor dicho, los judíos sionistas- consideran que ellos tienen derecho a habitar dicho territorio porque es la Tierra que les prometió su Dios.

Esto no tendría mayor importancia y probablemente Israel no se habría fundado nunca, si los judíos no hubieran sido  un pueblo tradicionalmente perseguido y maltratado en Europa, un pueblo que ha sido víctima del crimen más grave cometido nunca por nadie a lo largo de la historia, con un resultado de seis millones de personas asesinadas a sangre fría y con siniestra premeditación científica. Estas dos razones -especialmente la segunda- impulsaron a muchos judíos a abrazar la causa sionista, incluso desde posiciones no religiosas, pero sí autodefensivas: «necesitamos un país, un territorio donde no nos persigan, de donde no nos expulsen, donde no nos maten, y un estado que nos proteja y nos defienda…» A poco de acabada la segunda guerra mundial, muchos de los judíos que sobrevivieron al holocausto, abandonaron Europa y se instalaron en Palestina, mientras el sionismo político presionó para lograr que la ONU avalara la creación del estado de Israel.

Ya dije en otra entrada que esa decisión, adoptada por unas Naciones Unidas que probablemente arrastraban aún el estado de choque por lo ocurrido durante la II Guerra Mundial, fue, en mi opinión, un error. Un error cuyas dimensiones, hace sesenta años no podíamos conocer, y que ha conducido a una guerra abierta entre ambos pueblos por la propiedad del territorio en el que hoy se asientan el Estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina. Durante estas décadas han ocurrido muchas cosas, ha habido guerras, paces, acuerdos, treguas, terrorismo (por ambas partes)… pero la realidad es que nos enfrentamos a una situación que, en mi opinión -y recuerdo que estoy dando mi opinión, no haciendo análisis de ningún tipo- no tiene solución en el marco actual.

Por dos razones, principalmente: es cierto que los palestinos tienen derecho a vivir en paz en Palestina, pero también es cierto que hoy, sesenta años después de aquel error que fue la fundación del estado de Israel, hay una sociedad israelí formada, compuesta en buena parte por gente que no vivió la fundación del estado y que no es responsable de ello. A 60 años de su fundación acabar con el estado de Israel y expulsar de allí a la sociedad israelí, además de inviable, sería responder con una injusticia a otra.

Y aquí es cuando llego al meollo del asunto: el estado de Israel no tiene derecho a existir, pero es que probablemente no lo tenga tampoco el Palestina, tal y como entendemos hoy ambos estados. Sin duda, se puede alargar el actual estado de guerra abierta y más o menos activa por temporadas, todas las décadas que queramos, pero la solución real la conoceremos  sólo el día en que ambos pueblos se den cuenta de que no tienen más remedio que reconocerse el uno al otro como co-propietarios de la tierra que -por unas circunstancias o por otras- ambos habitan. No deben reconocerse mutuamente el derecho a tener cada uno su estado, porque ello no sería más que prolongar la actual situación, sino que deben reconocerse mutuamente como sujetos de los mismos derechos, y compartir un sólo estado realmente democrático, desmilitarizado a ser posible, y de carácter laico.

No es posible dividir el territorio en dos estados, porque ello no daría lugar a dos estados viables -¿es viable un estado palestino en los territorios actuales de Cisjordania y Gaza?, ¿es viable un estado de Israel acosado por sus vecinos, más como consecuencia del problema de inestabilidad que plantean los palestinos expulsados, que por solidaridad con ellos- pero sobre todo, porque serían dos estados pendientes el uno del otro para darse un zarpazo constantemente.

Yo sé si este es el punto de vista de Israel, pero esto es lo más parecido que puedo hacer para acercarme a él, y sé que cosas parecidas a éstas las piensan ciudadanos israelíes que apuestan por la paz y por la convivencia entre ambos pueblos.