Estoy en el centro de mi mundo, y soy incapaz de ignorar tal cosa.

Pues yo sí me quedo a gusto

07/05/2009

Ayer escribió don Mitxel, el nuevo colaborador moscovita a sueldo de Mitxelenea, sobre la situación creada en Euskadi tras la elección por parte del Parlamento Vasco de un lehendakari no nacionalista, o mejor dicho, no nacionalista vasco. Como en este blog he escrito bastante sobre el tema vasco, sobre los nacionalismos, y sobre las posiciones políticas de EB-B, como además no coincido en absoluto con el artículo de don Mitxel -algunos, por cierto, son incapaces de entender desde las altas instancias de la soberbia intelectual que en el blog de uno pueda escribir otro con opiniones políticas diferentes, pero enriquecedoras-, y no quiero que esa opinión sea la que marque lo que se piensa de verdad en Moscú, y sobre todo, como me da la gana, pues hoy voy a hablar yo sobre el tema. A mí, al margen de todo el cúmulo de circunstancias que tiene a su alrededor, muchas de las cuales no me gustan nada, la elección de Patxi López como lehendakari no me parece una mala noticia y creo que es preciso darle sus correspondientes cien días, como hicimos con Obama, que, ya ven ustedes, el día 101 se ha manchado las manos de sangre. Y de qué manera.

Las elecciones vascas han sido sesgadas, porque de ellas ha faltado una opción política. La Ley de Partidos -como he dicho muchas veces en esta bitácora- es esencialmente antidemocrática, no porque no permita que cuatro indeseables cuya militancia transita por los oscuros vasos comunicantes que hay entre Batasuna y ETA, se presenten a las elecciones, sino porque cercena los derechos políticos de aproximadamente tres centenares de miles de ciudadanos a los que no se instruye causa penal alguna, pero se inhabilita para participar en las elecciones ilegalizando sistemáticamente cualquier organización política que intenten poner en marcha. El hecho de que ellos mismos provoquen con ánimo victimista la aplicación de la ley de partidos, y de que si hubiesen querido, habrían podido conformar una candidatura a la que no se pueda acusar de nada, al menos a corto plazo, porque lo hicieron en ocasiones anteriores, no convierte a la Ley en buena, porque es mala, porque es injusta, porque es antidemocrática, y sobre todo porque es innecesaria, que para eso ya está el Código Penal. Prestigiosos constitucionalistas no cercanos al mundo nacionalista, sino más bien al socialista, como Perez Royo, han dicho una y otra vez que la ley es incosntitucional precisamente por esto.

Dicho lo cual, y tomada nota, pues, de que el Parlamento elegido no respresenta fielmente la división ideológica de la sociedad vasca, hay que decir también que las elecciones son, en Euskadi y en el resto de España, plenamente legítimas, y que, en cualquier caso, de haber sospecha o mancha de  ilegitimidad, ésta no es la que denuncia Juan José Ibarretxe, que como buen hombre de derechas concibe como ilegítimo cualquier gobierno vasco no controlado por su partido, y al que no parece que la ilegalización de Batasuna le preocupe demasiado, sino precisamente, la propia Ley de Partidos.

Si los nacionalistas vascos hubieran podido formar gobierno, no estarían dudando de la legitimidad del Parlamento ni de la del nuevo gobierno, por mucho que Batasuna estuviera igual de ilegalizada, y hayan dicho lo que hayan dicho tras las elecciones, lo cierto es que ningun partido político, ni de derechas ni de izquierdas, ni nacionalista, ni no nacionalista -campo este último en el que sólo cabe encuadrar a EB-B, por cierto- ha hecho caballo de batalla de ello. Porque digo yo que un partido político democrático que está sinceramente convencido de que las elecciones no son legítimas, lo que hace es no presentarse, denunciarlas, boicotearlas, y si se presenta, es con la intención expresa y declarada de deslegitimarlas, al margen de su resultado. El PNV y el resto de formaciones nacionalistas vascas no han planteado antes esta ilegitimidad, a la que sólo han recurrido cuando han visto que se les escapaba el gobierno de las manos, cuando han comprobado que -ganando o perdiendo las elecciones, que ese es otro debate, ya que se pueden ganar las elecciones e ir a la oposición, como bien sabe el PP- no podían formar gobierno.

El Parlamento Vasco surgido de las elecciones vascas es plenamente legítimo, y así lo reconocen con los hechos -digan lo que digan por la boca- los diferentes partidos políticos. Y lo que ha ocurrido en Euskadi es algo bien sencillo y simple que ocurre día tras día en las democracias parlamentarias: varios partidos se reparten el Parlamento en función del voto obtenido, ninguno de ellos puede formar gobierno, pero varios de ellos consiguen llegar a un acuerdo que conforma una mayoría parlamentaria que sostiene a un nuevo ejecutivo. Quien no sea partidario de este sitema, que lo diga: «no soy partidario de la democracia parlamentaria«, como Fidel Castro, como Fernando VII, como el mismo Caudillo, pero que no cuestione la validez del resultado.

¿Y qué hay de la nueva mayoría, me gusta o no me gusta? Pues una parte, sí, y la otra no. Me gustaría creerme que la única concesión del PSE al PP ha sido el nombramiento de una excéntrica presidenta del Parlamento que no usa condones y pone a sus hijos los nombres de los apóstoles, pero no me lo puedo creer. Supongo que hay más y que ya nos enteraremos. En cualquier caso, la salida de Ibarretxe de la Lehendakaritza, el presidente que quiso dividir a la sociedad en ciudadanos y nacionales, es ya en sí un hecho positivo. Corre el riesgo de que otros vengan que le hagan bueno, aunque dudo que sea este el caso. Dicen quienes le conocen que Ibaretxe es una persona muy inteligente y valiosa. Pues que se vaya a trabajar donde le corresponda, pero lejos de la política, que seguro que contribuye mejor al bien común que presidiendo un gobierno de cualquier tipo.

Si Patxi López hubiera tenido mayoría absoluta, o si hubiera querido y podido conformar una mayoría parlamentaria diferente, probablemente habría sido un buen Lehendakari y estaría en condiciones de resolver algunos de los problemas históricos de Euskadi y de España. Pero se ha dejado abrazar por el oso ultraderechista, ventajista, marrullero y maleducado del PP, y eso no es empezar bien. Como no es empezar bien el anuncio de que ahora sí se van a transferir a la Comunidad Autónoma Vasca competencias que le corresponden constitucionalmente y que estaban bloqueadas y en conflicto desde tiempos de la UCD, ya que indica justo lo contrario de lo que denunciábamos al principio: que los diferentes Gobiernos de la Nación -de UCD, del PSOE, del PP, y de nuevo del PSOE- cuestionaban la legitimidad de los gobiernos vascos no controlados por ellos, y por eso no les transferían competencias que le correspondían legalmente. Ahora parece que lo van a hacer.

Tampoco es buena cosa que digan que ahora se va a luchar seriamente contra ETA, cuando la última víctima de ETA era miembro del PNV y uno de los responsables políticos de la detención de un mayor número de terroristas esun militante del PNV, miserablemente vapuleado por el PP, partido socio del PSE en la nueva mayoría vasca. Cosas como estas ponen de manifiesto que lo que pasa en Euskadi es que hay un enfrentamiento entre nacionalistas españoles y nacionalistas vascos, que no se escuchan entre ellos, porque no se reconocen en realidad, y que ninguno de los dos, por mucho que se llenen la boca con ello, son realmente demócratas.