El problema de no mancharse las manos con sangre ajena es que alguien se las manche con la nuestra.

Si veo a un obispo, le doy dos hostias

19/06/2009

La Iglesia Española fue un pilar esencial de la brutal tiranía con a la que los antecesores políticos y biológicos la actual derecha española sometieron a España. Los curas y monjas de la época, los obispos y cardenales de entonces daban su visto bueno regularmente al fusilamiento y a la muerte adelantada y frecuentemente masiva, pero salvífica, de los enemigos de Dios y de España, y cuidaban del alma del Caudillo, para que no le temblara la mano al firmar las tales penas de muerte, se entiende que no por el parkinson, que llegó desgraciadamente más tarde, sino por eventuales problemas de conciencia que se le pudieran pasar por bajo la calva al enano cristiano y sanguinario.

Ahora andan preocupados los cardenales y obispos españoles por la Ley del Aborto, y opinan que puede ser injusta y que puede atentar contra la dignidad de las personas, además de contra la vida misma. Es una preocupación enternecedora de una institución siniestra que aún no ha pedido perdón por todos los muertos que ha causado directa o indirectamente, por acción u omisión, en los últimos ochenta años en nuestro país. Pero además de enternecedora esta preocupación de los obispos, es claramente ilustradora del carácter totalitario de la Iglesia, que por muchos concilios vaticanos segundos que haga, es incapaz de asumir que pueda existr el bien fuera de ella.

El melífluo jefe de los compañeros españoles de los violadores de niños irlandeses, manifestó ayer de manera tajante la posición de la Iglesia española sobre una ley que discute el legislativo: los católicos no pueden votarla, intentando, una vez más, ejercer su derecho de veto sobre la política española. Menos mál que esta vez no tienen mascota en El Pardo, porque seguro que correría la sangre. Como hace un par de años con otros proyectos legislativos como la reforma del matrimonio civil -no hay otro matrimonio oficialmente válido que el civil- los obispos quieren hacernos comulgar a todos con ruedas de molino, y pretenden que todos vivamos de acuerdo a su moral. No se conforman con recomendar a las fieles católicas que no aborten -como si abortar fuera una ocupación habitual de las mujeres los fines de semana-, sino que pretenden que toda la sociedad española, al margen de sus creencias religiosas, se comporten según su moral estrecha y hipócrita.

No sé a ustedes: a mí me faltan cerillas, así que si me cruzo con un obispo, le doy dos hostias.