¿Qué tiene el deporte que iguala a gente habitualmente normal, e incluso inteligente, con auténticos cafres?

Yo voy con Garzón

16/02/2010

Me gusta el juez Garzón. Yo es que soy muy simple, y siempre voy con los buenos. El juez Garzón es, sin duda, un paradigma viviente de «los buenos», es como si la idea de «los buenos» se hubiese colado en la caverna, y estuviese viviendo entre nosotros, anulando con su luz transparente y cegadora la sombra de las otras ideas… Vaya, ustedes disimulen, que no es que haya puesto mesiánico; es, sólamente, que se me ha rizado la pluma en la comparación. Expresivo que es uno.

Garzón ha hecho más que ningún otro juez contra ETA, a pie de obra, y a cara descubierta. Es posible que haya hecho tanto contra ETA que se haya pasado, rebasando ciertos límites que la ley nunca debió permitir rebasar, y afectando a personas y grupos cuyo único delito era mantener unas ideas políticas que nuestra democracia ha decidido proscribir.  Esa ha sido sin duda, una extralimitación de Garzón -probablemente la única, y no es responsabilidad suya-, que, como yo mismo, y como todos ustedes, es una persona que tiene sus luces y sus sombras, que acierta y yerra, y cuyos aciertos y errores, en ocasiones, no sólo se le pueden achacar a él.

Cuando trabajaba en Valladolid, la Universidad organizó unas jornadas sobre algún asunto relativo al derecho penal en las que iba a participar el juez Giovanni Falcone, que, según creo, fue asesinado cuando se dirigía al aeropuerto precisamente para venir a España. Así que no pudo venir, y los organizadores lo sustituyeron por Garzón, que sí vino, y recuerdo que me impresionó la seguridad con la que hablaba -con el mítico juez italiano, al que dijo admirar, recien asesinado- y lo claras que tenía algunas ideas, en concreto, algunas que a mí me parecen inaccesibles, por más que comparta con él -y con cualquiera que se considere civilizado- que existen: me refiero al bien y al mal y su relación con la Ley, que en democracia se escribe con mayúscula.

La vida no es una película del oeste, pero se le parece mucho. El bien y el mal existen, los héroes y los villanos existen. Los primeros son los que en cada momento intentan hacer lo que deben hacer -que nadie sabe lo que es exactamente- mientras que los segundos son los que tratan de impedirlo. Al Juez Falcone le asesinó la Mafia, que es la organización de los malos italianos, y a Garzón está intentando ponerle fuera de combate la organización de los malos españoles, que es la derecha, esa misma derecha que se divide tan bien los papeles: ahora hay que matar, sal tú, general; luego hay que mentir, que salga el señor obispo, y después ya vendrá el banquero a recolectar la cosecha. Esa misma derecha que hace unos años le acusó de intentar ocultar pruebas que incriminaban a ETA en el 11-M. Por cierto, que en aquella ocasión, yo también fui Garzón.

Decía al principio que Garzón es probablemente el juez que más ha hecho contra ETA. También es preciso decir que Garzón es el juez -y esto me parece mucho más importante, puesto que lo anterior, luchar contra ETA, es como el valor que se les supone a los soldados- que ha puesto en práctica -y por eso la derecha española, con la incomprensible complicidad de cierta izquierda quiere pasarle a cuchillo-, un principio básico de la razón como es que los crímenes contra la humanidad no prescriben y son siempre perseguibles.

Intentó hacer pagar por sus crímenes a Augusto Pinochet, que se comportó mientras estuvo en Europa como un auténtico capo de la mafia, amparado por personajes siniestros de la derecha europea, como Margaret Tatcher o José María Aznar, y se le escapó. La derecha española se creía a salvo, porque quizás podía entrar en sus cabales que se persiguiera a un dictadorzuelo americano, pero en ningún caso que Garzón se pusiese a buscar sus muertos en el armario, o mejor dicho, o en las cunetas. Pero se puso. Y se la juraron.

No importa lo que haya hecho contra ETA, ni la de vidas que haya salvado el admirable magistrado cada vez que ha contribuido a encarcelar a un criminal. Lo único importante es que ha intentado tocar uno de los pilares sobre los que se sustenta nuestra democracia disminuída. Y se lo quieren hacer pagar. Es por eso mismo por lo que le persiguen, y además -mierda de país, puta España- quienes le persiguen, y quienes tienen posibilidades de quitarle de la circulación, son precisamente organizaciones de derechas y probablemente criminales -una de ellas, con total seguridad- entre las que se encuentra nada menos que Falange Española de las JONS, el partido político con el que el Generalísmo asesinó a cientos de miles de personas.