Yo soy oficialista. Los críticos son ustedes, los de la dirección.

Recuerden que hay más sindicatos

03/02/2011

Si el mensaje de CCOO y UGT previo a la negociación del pacto social del que habla todo el mundo hubiera sido «por las razones que sea, el gobierno está entregado a los intereses de los mercados -eso que en tiempos de mayor claridad ideológica se llamaba el capital- y ha manifestado su voluntad de imponer el recorte de las pensiones por decreto el 27 de enero, si no llegamos a un acuerdo antes, por eso -y dada nuestra escasa capacidad de convocatoria-, vamos a sentarnos a intentar minimizar el golpe lo más posible«, y el posterior «esto es lo que hemos podido hacer, no nos gusta, no lo presentamos como un logro, pero al menos hemos conseguido rebajar los propósitos de gobierno y patronal«, pues quizás algunos les miraríamos con más indulgencia.

En lugar de eso, lo que han hecho los sindicatos es sentarse a negociar sobre las bases que planteaban gobierno y patronal, simular una negociación que en realidad ha sido un trágala, y proporcionar al enemigo de clase -es importante la claridad ideoógica- además, un marco para utilizar este llamado «pacto social» para arramplar con todo, porque son ellos los que lo han metido todo en el mismo saco.

¿Qué teníamos ayer, y qué tenemos hoy? Ayer teníamos un sistema de pensiones asumible: 35 años cotizados, 15 años para calcular la pensión y 65 años como edad de jubilación, y hoy tenemos un sistema que año arriba año abajo, es inasumible, y del que no van a poder disfrutar muchas personas que, a pesar de haber estado cotizando y trabajando toda la vida, no van a poder cobrar sus pensiones completas, después e que les impongan dos años más de trabajo. De aquí a que nos digan en nada, que cotizar a la SS será voluntario, y ofrezcan la posibilidad de planes privados alternaqtivos o complementarios de pensiones a quienes no tengan suficientes años cotizados en la pública, hay un paso que si no da este gobierno, lo dará, sin duda, el de Rajoy, que viene empujando.

Y todo ello, porque nuestros enemigos de clase, los mercados, o mejor dicho, el capital, han decidido que el estado del bienestar es algo que hay que asaltar, trocear, empaquetar y vender al mejor postor, que es un negocio que tenían ahí, al alcance de la mano, y que ya estaban hartos de no poderle hincar el diente. Llevan años liquidando la sanidad y la educación públicas, se repartieron como hienas la banca pública hace tiempo -que ha quedado como una sigla testimonial en uno de nuestros grandes bancos-, al estado prácticamente no le quedan empresas públicas a las que el capital mirara con ojos lúbricos, y ahora les toca a las pensiones y a las cajas de ahorro. Y todo ello precedido por la destrucción del sistema fiscal mediante el que se podía financiar todo eso, y más, si hubiera voluntad política, porque es una cuestión simple y llanamente de voluntad política.

Lo triste, y la novedad en este caso es que el ataque a las pensiones -que forman parte probablemente de la línea de flotación del propio estado del bienestar, e incluso de la democracia social- viene avalado y de la mano de CCOO y UGT.

No es un gran pacto, sino que es la plasmación blanco sobre negro de un robo, avalado por CCOO y UGT, que deberían avergonzarse de lo que han hecho. No lo llamaré traición, porque creo que lo que ha ocurrido es que simplemente han sido incapaces de explicar su miedo, y de hacer frente a algo que han creado ellos mismos y que tendrán que intentar explicarse a sí mismos y a los demás algún día si quieren corregirlo: su nula capacidad de convocatoria y su responsabilidad en el adormecimiento de la sociedad española, que como hemos visto, y han certificado CCOO y UGT, es incapaz de defenderse de ataques como el que acaba de sufrir.

Recuerden: hay más sindicatos.