A mí, el tomate frito me gusta muy dulce, por eso le pongo tres cucharadas soperas de azúcar por medio kilo de tomate.

#MeCagoEnUPyD

15/12/2011

En una democracia parlamentaria, es normal que fuerzas políticas de distinto pelaje ideológico lleguen a acuerdos puntuales o permanentes, pacten mayorías para apoyar gobiernos, e incluso -al menos en España, donde tenemos una democracia muy deficitaria, diseñada por franquistas muertos de miedo porque otros franquistas les quitasen de enmedio a sablazos-, realicen pequeñas triquiñuelas parlamentarias para salvar rigideces de reglamentos y leyes electorales redactados para limitar en el Congreso la pluralidad política que caracteriza a la sociedad española. Así, ha sido habitual,  a lo largo de estas décadas de espejismo democrático, que unos partidos prestasen a otros sus escaños para ayudarles a formar grupo. Ha sido una especie de hoy por ti y mañana por mí que convenía a todo el mundo, porque mientras unos se garantizaban el grupo, otros se garantizaban ciertos apoyos, e incluso en el habitualmente abultado e inhabitable grupo mixto se vivía más holgadamente.

Hasta esta mañana, parecía que había entre los grupos políticos ajenos al bipartidismo una especie de acuerdo tácito -acuerdo en el que, por cierto, tuvo un papel importante Izquierda Unida después de haber manifestado hace unos días su opinión de que tanto UPyD como Amaiur debían contar con grupo parlamentario propio- de que había que buscar la forma de evitar que el bipartidismo -es decir PP y PSOE-  cercenase el derecho de los votantes de UPyD y Amaiur a estar representados en el Congreso de los Diputados con grupo parlamentario propio, en función de un incumplimiento insignificante de los requisitos, ya de por sí exigentes del Reglamento del Congreso, y que por unas décimas de porcentaje de voto, no pudieran formar el grupo. Anoche, incluso se hablaba de que el Rey pudiera manifestar su simpatía con el hecho de que ambos partidos formaran grupo parlamentario y se descongestinase de esa manera el Grupo Mixto.

Esta mañana, este ambiente de acuerdo ha saltado por los aires, como consecuencia de una de las maniobras parlamentarias más sucias que recuerdo en la histioria política española: UPyD ha anunciado que finalmente forma grupo parlamentario con el partido ultraderechista promovido por Álvarez Cascos, sumando de esa manera a su porcentaje de votos el de dicho partido, y cumpliendo así los requisitos necesarios para obtener el grupo. No critico el acuerdo entre partidos, que es algo nuclear en la política parlamentaria, sino el hecho de que UPyD haya optado por hablar con una fuerza política de caracter ultraderechista y caudillista -no en vano s escindió del PP por la derecha, que ya es difícil-, antes de al menos, intentar llegar a un acuerdo entre el resto de fuerzas políticas ajenas al bipartidismo. Y aún sin criticar el hecho del acuerdo en sí, les recuerdo a ustedes que Rosa Díez, la diva de UPyD, dijo hace quice días que no iba a hacer lo que ha anunciado hoy, por considerarlo una trampa. Ya ve, que además de bastante fachorra, esta señora es una mentirosa, una deshonesta y una tramposa…

Pero la maniobra miserable de UPyD y de Rosa Díez -manchada con todos los vicios de la vieja política, a los que suma un grado de altanería y demagogia desconocidos hasta la fecha en la política española- no ha quedado ahí. Además, ha exigido al PP y al resto de las fuerzas políticas presentes en la Mesa del Congreso, que ella y su partido reciban un trato diferente al de Amaiur. En efecto ha justificado el acuerdo con la extrema derecha de Álvarez Cascos en que el PP no estaba dispuesto a «mojarse«, concediéndole a ella y su partido de camisas pardas que formaran grupo parlamentario, a pesar de faltarles unas décimas porcentuales de voto, y negárselo a Amaiur. Ahí la tienen,  la apostol de la igualdad, tratando de obtener beneficios arbitrarios del poder por su cara bonita, y negando que esos mismos beneficios se otorgaran a quien tanto derecho legal tenía como ella.

Para redondear la faena, la que durante seis años y medio fuera consejera del gobierno nacionalista vasco de José Antonio Ardanza, ha presentado una proposición no de ley para que el nuevo gobierno inicie el trámite de ilegalización de Amaiur y Bildu, dos partidos que cuentan con todos los requisitos legales para participar en el proceso democrático, sobre los que no pesa sentencia de ningún tipo, y en los que se integran grupos que han condenado explícitamente el terrorismo -aún sin necesidad moral alguna de hacerlo- como Alternatiba, Aralar, Eusko Alkartasuna, Bildu, así como personas de probada trayectoria democrática -algunas de ellas amenazadas por ETA  y escoltadas hasta no hace mucho por la policía- como Carlos Garaicoechea, Oskar Matute, Begoña Urrazti, Pello Urizar o Patxi Zabaleta, por citar sólo algunos ejemplos.

En fin, créanme si les digo que no recordaba una mañana política tan tensa, tan desagradable, pero tan clarificadora políticamente como la de esta mañana. Si había dudas sobre el caracter miserable, rastrero, ultraderechista, pardo, hipócrita y demagógico del partido de Rosa Díez, han quedado despejadas.

Me cago, pues, en Unión, Progreso y Democracia.