¿Les he dicho ya que me cago en la reina de Dinamarca, y con un ánimus iniuriandi del copón bendito?

Ningún respeto para Manuel Fraga

17/01/2012

Manuel Fraga no fue un político que no condenó la dictadura franquista. Lo que hay que reclamarle no es pertenecer a un partido político que hasta hoy se ha negado a romper formalmente con el franquismo. Manuel Fraga, que ha muerto como Presidente de Honor del Partido Popular, es responsable directo del fusilamiento de Julián Grimau, miembro del Comité Central del PCE y encargado en 1963 de organizar al partido clandestino en el interior del país, un partido que hoy es perfectamente legal y que participa en las instituciones y en la política española a través de Izquierda Unida. Fraga votó a favor de que se llevase a cabo el fusilamiento el día anterior al mismo –cuando el Caudillo obligó a los ministros a pronunciarse- y posteriormente puso todos los obstáculos que pudo a que se otorgara el indulto.

Prácticamente, todos los partidos políticos de la izquierda española tienen hoy entre sus filas bien a personas que militaron en el PCE con Julián Grimau, bien  a otras personas que, sin haber militado nunca en él, nos sentimos herederas del compromiso del PCE por la recuperación de las libertades. De ahí que me sorprenda la tibieza con que IU en particular, pero el resto de los partidos de la izquierda en general, incluido EQUO, mi propio partido, y excluido el PSOE, con sus patéticas visitas a la casa mortuoria, han reaccionado ante la muerte de Manuel Fraga.

Dicen que el mejor desprecio es no hacer aprecio. Pero es mentira. Manuel Fraga, a quien la propaganda victoriapreguista está ya preparando un lugar de honor en la memoria oficial, merece el desprecio público e institucional de los partidos que, de una u otra forma son herederos de la lucha por la recuperación de las libertades que lideró el PCE y por la que Manuel Fraga mandó fusilar a Julián Grimau.

Por estas razones, creo que IU, EQUO, IA y el PCE –que en este caso sí hubiera debido tener una voz propia, alta y clara- no han estado a la altura de las circunstancias a la hora de reaccionar ante la muerte de Manuel Fraga. Manuel Fraga  Sin respeto alguno -el respeto es una actitud moral, no son precisas manifestaciones físicas, como ayer trataban de caricaturizar algunos en Twitter, diciendo que no pensaban “mearse” en ningún cadáver- IU, EQUO, el PCE, deberían haber manifestado por escrito, claramente y en público, el desprecio que los ciudadanos y las ciudadanas de izquierdas a los que representan, sentimos por Manuel Fraga, y por lo que representa.

Manuel Fraga se va de este mundo con la responsabilidad directa de muchas muertes a sus espaldas: los obreros de Vitoria, los jóvenes carlistas de Montejurra, Julián Grimau, Enrique Ruano, y quizás me deje alguno en el tintero. Sin embargo, el caso de Julián Grimau es el más representativo de lo que era Fraga en realidad, en primer lugar porque se trata de una pena de muerte ratificada por el gobierno al que pertenecía, ministro a ministro, y en segundo lugar, porque se comprometió personalmente en justificar públicamente el fusilamiento, e incluso engañó a otros miembros del régimen que trataban de evitar la ejecución, para que pensaran que finalmente no se iba a producir.

Desprecio, sólo un gran e inmenso desprecio institucional, y ningún respeto merece Manuel Fraga, y así debería haberlo manifestado la izquierda.