¿Somos los que éramos?

¿Por qué Podemos?

20/01/2014

Voy a intentar explicar lo más claramente posible lo que, desde mi punto de vista es Podemos y por qué lo apoyo. Evidentemente, lo que sigue es sólo mi opinión. No represento a Podemos, entre otras cosas, porque hasta ayer por la tarde no pude dar mi firma a causa de los problemas que ha tenido la web. Pero es una opinión fundada en la lectura y no en la especulación más o menos interesada: he hecho lo que parece que algunos quieren que la mayor parte de la gente no haga: leer el manifiesto. Y ha quedado disipada mi única duda. Por favor, lean el manifiesto.

Cuando me enteré de que Pablo Iglesias estaba pensando en encabezar una candidatura a las Elecciones Europeas, pensé: “Pablo me gusta mucho, pero creo que es un error, porque viene a sumar una candidatura más y a fragmentar la izquierda”. Como siempre voy tarde a todas partes, pues leí el manifiesto Mover Ficha y otros textos, y me di cuenta de que me equivocaba. Como dice Juan Carlos Monedero en el video que hay bajo estas líneas, “si hacemos siempre lo mismo es absurdo esperar un resultado diferente”.

Estamos en una situación extraordinaria, y hay que dar una respuesta extraordinaria.

Estamos en una situación extraordinaria de crisis del régimen político del 78 que la derecha quiere reconducir hacia el divorcio definitivo entre la ciudadanía y la política, con la intención de desarmar a la ciudadanía y sacarla definitivamente de las instituciones; estamos también en una situación extraordinaria de crisis del sistema económico que se pretende resolver con -o que se causó quizás para llevar a cabo- una inmensa transferencia de rentas y de poder hacia las clases dominantes mediante el desmantelamiento del sistema fiscal, la privatización de servicios públicos esenciales y el recorte de derechos conquistados a lo largo de siglo y medio de lucha de la clase obrera. Finalmente, la situación es extraordinaria también porque -tal y como estamos viendo en España, pero también en otros países europeos- la derecha parece haber apostado de manera decidida y definitiva -llevando a cabo incluso importantes cambios legales que afectan a derechos y libertades políticas- por los métodos represivos y autoritarios para hacer frente a la resistencia popular que, de una forma o de otra, por unas causas o por otras, se está produciendo a lo largo del continente europeo, y siempre o casi siempre con los recortes como telón de fondo.

La izquierda política, la izquierda que se ubica a la izquierda del PSOE en España y de la socialdemocracia en Europa, la que se opone a los recortes, también está afectada por la crisis política, como muestra el hecho de que en una situación como la descrita no consigue juntar, en el mejor de los casos, y entre todas las candidaturas que se presentan a los diferentes comicios, más allá del 20 por ciento de los votos. Es decir, el relativo auge electoral del que, a juzgar por algunas encuestas, parecen disfrutar estas fuerzas políticas se debe más a los vasos comunicantes con el voto socialista -extremadamente descontento- que a un aumento real del voto de esta zona del espectro político. No tenemos pues razones para enorgullecernos demasiado de ese aumento aparente de la intención de voto. Las fuerzas políticas a las que se dirige Podemos quieren representar a la inmensa mayoría de la población, a todos aquellos que, de una forma u otra, con una intensidad u otra, somos víctimas de los recortes y de las políticas llamadas de austeridad, que no son otra cosa que los instrumentos para desmantelar y privatizar el estado del bienestar. Sin embargo, no consiguen que esa mayoría social, ese famoso 99 por ciento, se identifique con ellos… ¿Por qué?

Con razón o sin ella, justa o injustamente, una parte importante de la gente que no forma parte de ningún partido político, que no está ideologizada ni politizada, pero que forma parte de esa mayoría damnificada por los recortes, no se siente identificada por estos partidos y no les vota. Y eso es algo que tienen que resolver los partidos políticos, y deben hacerlo contando con ellos, porque esa gente es la gente a la que deben representar en las instituciones, es la gente cuyos intereses deben defender en el Congreso de los Diputados, en el Parlamento Europeo, en los parlamentos regionales, en los ayuntamientos…

Podemos, a mi humilde entender, no viene a consolidarse como una fuerza política más, no pretende ser un plato más en el menú electoral al que nos enfrentamos cada cuatro años: lo han dicho sus promotores por activa y por pasiva: «no somos un partido político más, venimos a proponer un método«. Podemos viene a plantear a las fuerzas políticas de la izquierda alternativa, o transformadora, o como queramos llamarla -pero que coinciden en una serie de líneas programáticas que están resumidas en el manifiesto Mover ficha-, la puesta en marcha de una candidatura conjunta de todas esas fuerzas políticas en la que se sienta representada esa mayoría social, entre otras cosas, porque la propia candidatura, y el programa con el que se presenta, hayan sido elaborados mediante un proceso abierto en el que haya podido participar todo el que ha querido hacerlo.

En los pocos días desde que se ha puesto en marcha Podemos, se han realizado varias críticas a la iniciativa. Tres son en mi opinión las que más trasfondo tienen: en primer lugar, se le ha acusado de ser una propuesta vacua, sin contenido. Yo respondería a quien tal cosa sostiene que se trata de abrir un proceso que está encaminado no sólo a elaborar una lista electoral, sino también -y sobre todo- un programa político. De ahí que se lance con un manifiesto en el que sólo se planteen a grandes rasgos unas líneas programáticas que son un mínimo común denominador con el que se puedan sentir identificadas todas aquellas personas y organizaciones a las que se llama a participar. Habrá un proceso programático en el que todo esto se desarrollará, se concretará y se llenará de contenido.

También se ha dicho que es una candidatura hecha desde arriba, y con un fuerte carácter personalista. A quienes sostienen tal cosa yo les diría que se equivocan. No se ha hecho nada desde arriba -yo lo he visto desde fuera-, sencillamente, porque no hay una organización detrás que pueda tener un arriba y y un abajo: hay una serie de ciudadanas y ciudadanos que firman el manifiesto. Entre esos ciudadanos hay militantes de partidos políticos, de sindicatos, miembros de mareas y activistas de todo tipo. Un partido político en el que milita algunos de los promotores ha decidido apoyar la iniciativa, pero nada impide que se sumen otros, porque no hay ni puede haber nada cerrado. No hay aún arriba y abajo. Es una propuesta ciudadana que a estas horas hemos apoyado 60.000 ciudadanas y ciudadanos y al menos un partido político.

A partir de lo dicho hasta aquí, cabe preguntarse: ¿es Podemos una iniciativa personalista? En mi opinión, no, aunque el foco esté puesto en una persona concreta que, sin formar parte del grupo promotor, sí ha aceptado encabezarla o, mejor dicho, ha aceptado postularse para encabezar una candidatura común y abierta. Se está haciendo un llamamiento a partidos de izquierdas y organizaciones sociales a elaborar de manera abierta y participativa, a partir de una serie de ideas compartidas, un programa y una candidatura con los que presentarse a las Elecciones Europeas de 2014. Y está actuando como portavoz de ese llamamiento una persona, Pablo Iglesias Turrión que, sin estar vinculado a ningún partido concreto, ha colaborado siempre con quién se lo ha pedido y ha conseguido hacerse con algo que desde algunos sectores doctrinarios se desprecia, pero que es esencial para lograr cualquier resultado electoral mínimamente significativo: presencia en los medios de comunicación, y en especial en la televisión, y no sólo en la televisión que vemos las personas que estamos muy ideologizadas y formamos parte de los partidos, sino también en las televisiones que ve la inmensa mayoría de la gente, que es a quién se dirigen los promotores de Podemos.

También se ha dicho que la iniciativa es en realidad un intento de un sector de Izquierda Unida por imponer sus posiciones a la organización desde fuera, ya que no ha podido hacerlo limpiamente ganando asambleas. Sostener tal cosa supone insultar a todas aquellas personas que no sólo no son de Izquierda Unida, sino que incluso pertenecen a otros partidos, o a ninguno, y además se sienten lejos de los partidos políticos, y han apoyado Podemos: ¿por qué iban a implicarse todas estas personas en una querella interna de IU? Es cierto que dentro de Izquierda Unida hay sectores cada vez mas amplios que pueden ver con simpatía este proceso, pero eso ¿hasta qué punto compromete el silencio de las personas que no formamos parte de IU? Quiero decir: como hay gente dentro que piensa como yo, ¿debo callarme y no trabajar en apoyo de mis propias posiciones políticas? Si soy un ciudadano que quiere que IU participe en una candidatura amplia, abierta y unitaria elaborada a través de un proceso participativo, ¿debo callarme porque ello puede suponer un terremoto interno en la formación? Yo creo que no. Es más, como simpatizante, como votante cuasipermanente y como militante que he sido de IU durante dos décadas, tengo derecho a exigirle a IU por todos los medios que apoye una iniciativa de este calibre. Porque IU no son solo sus cuadros, sus militantes y sus dirigentes: también lo somos sus votantes y quienes la hemos apoyado lealmente incluso estando fuera ya de la organización.

Podemos no es sólo una propuesta de elecciones primarias abiertas para nombrar un cabeza de lista más o menos popular, con más o menos tirón en los medios. Creer eso es simplificar mucho las cosas. Podemos es una llamamiento ciudadano a los partidos políticos de la izquierda transformadora a ponerse de acuerdo para presentar una candidatura común y unitaria, y elaborada de manera abierta y participativa, no sólo en lo que respecta a la lista electoral en sí, sino también en la elaboración de un programa político y electoral en el que todos los que participen, partidos, organizaciones sociales o ciudadanos, se sientan representados.

Por eso, insisto en lo que decía al principio: lean el manifiesto. y no le vean al gato más patas de las que tiene. A veces, la explicación más sencilla de las cosas es la más plausible.