Los que no tienen ideología tienen ideología

Traduciendo a Podemos

02/10/2014

Hace mucho que no les hago ninguna traducción. Por eso, hoy he decidido hacer una. No es del ruso, ni de una canción. La traducción que quiero hacerles hoy es de Podemos y de las cosas que dice y que tanto preocupan a algunos y a algunas. Me ha sorprendido una extraña unanimidad que se ha creado en torno a Podemos y a lo que -no sé si es correcto llamarlo así- parece que va revelándose como su política de alianzas, o mejor, lo que dicen algunos de sus dirigentes sobre su política de Alianzas. Una unanimidad extraña, les decía, entre algunos de aquellos izquierdistas que tradicionalmente se han considerado a sí mismos como la verdadera izquierda, y algunos socialistas a los que los anteriores desprecian por traidores, y con los que ahora mantienen un extraño acuerdo tácito: Podemos es una amenaza, Podemos es el enemigo porque rechaza coaliciones de izquierdas, porque dice que no es de izquierdas ni de derechas, porque apela al sentido común, a la gente decente, a la unidad popular, y algunos incluso les acusan de “ciudadanistas” en lugar de “obreristas» y “progres”, cosas ambas que deben ser terribles, a juzgar por la solemnidad con la que se lanzan tales anatemas.

Este ametrallamiento de reproches se ha centrado en las últimas semanas en una serie de declaraciones realizada por algunos dirigentes de Podemos, en especial Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias. Declaraciones que a mí me parecen impecables, y sobre las que no entiendo que nadie se pueda sentir ofendido. Don Juan Carlos Monedero dijo en una entrevista este verano que Podemos no iba a ser la muleta de ningún partido del viejo régimen y que no iba a participar en ninguna sopa de letras, cosa que ofendió mucho a algunos militantes y dirigentes de Izquierda Unida, que si se dieron por aludidos, ellos sabrán por qué. Por su parte, don Pablo Iglesias ha dicho en repetidas ocasiones que no era partidario de que Podemos participase en ninguna coalición de la izquierdas y que no iba a participar tampoco en ninguna sopa de letras.

Yo creo que los que han gritado contra estas declaraciones lo han hecho de manera teatral y exagerada, y con cierta mala voluntad y victimismo, en especial quienes que se han hecho desde las filas de una formación que hasta hace apenas unos meses mantenía que la única unidad posible era ir en sus candidaturas. Por eso, creo que las declaraciones de don Pablo y de don Juan Carlos necesitan traducción, no tanto para convencer a los que gritan, que van a seguir gritando, como para iluminar a quienes puedan estar confusos. Es lo que voy a intentar hacer a continuación.

Vamos primero con las declaraciones concretas. Hay bastantes a lo largo de las últimas seis u ocho semanas. Reproduzco a continuación un par de ellas. De Juan Carlos Monedero selecciono un párrafo de una entrevista en el Diario Público de la que se ha hablado mucho:

«En la campaña hemos hablado de la obligación de construir un frente amplio. Y un frente amplio no es una suma de siglas. Traicionaríamos a la militancia si nos juntáramos las cúpulas de diferentes partidos y pactáramos una lista electoral. Eso sería un fraude a la ciudadanía y no lo vamos a hacer”, y más adelante: «Los ciudadanos nos han puesto en la senda, pero con un ocho por ciento de los votos no se gobierna, y nosotros hemos nacido para gobernar. No somos una fuerza testimonial,no somos el sostén de nadie, ni una excusa. O sea, no somos el bote salvavidas de nadie”.
Por su parte, Pablo Iglesias ha dicho en que  que «todos los que piensen que la solución política al problema de España es un frente de izquierdas, aunque tengan la mejor intención del mundo, se equivocan. Nosotros estamos trabajando para el cambio político y en términos estratégicos lo que toca ahora es apostar por la unidad popular, no por la unidad de siglas”.
Cada uno en su estilo, y el de Juan Carlos Monedero a veces no es un estilo demasiado agradable. Pero en términos políticos, a mí estas declaraciones me parecen impecables, y creo sinceramente que quienes las critican desde la izquierda no entienden el momento político, y sobre todo, histórico que estamos viviendo: ahora, por primera vez en décadas, parece que se está formando una mayoría social dispuesta a plantear soluciones y salidas a la crisis que van más allá de los límites marcados por el paradigma del 78. No digo que esas soluciones sean más de izquierdas, ni más radicales; simplemente digo que esas soluciones se salen de las reglas del juego -tramposas en mi opinión- del régimen del 78 y pretenden superarlas.

¿Por qué Podemos no apela a la izquierda, o al menos no apela sólo a la izquierda?

Podemos no apela sólo a aquellas personas que se sienten de izquierdas. Por eso, ha tenido éxito en sectores tradicionalmente no identificados con la izquierda, aunque eso es secundario. Podemos apela a todos aquellos que han sido abandonados por el estado, porque el estado ha caído en manos de esa casta de la que se habla tanto, o quizás siempre lo estuvo, aunque no se notara tanto cuando la economía iba razonablemente bien. Podemos apela a todas las personas que se han empobrecido desde que la crisis dejó claro que el régimen de 1978 no iba a protegerles, sino que iba a abandonarles a su suerte ante los recortes economicos, sociales, políticos y democráticos que se han desatado de manos del bipartidismo. Y esas personas son de derechas, son de izquierdas, son de centro y/o no son de nada. Sencillamente, saben que han perdido calidad de vida, saben que antes tenían un presente y un futuro, y ahora su presente es precario y miserable y su futuro, sencillamente, no existe. Y todo esto ha ocurrido en apenas seis o siete años. Podemos, en declaraciones como las que comentamos, llama a la unidad de todas esas personas para cambiar las cosas, para construir un presente nuevo en el que merezca la pena vivir y para reconquistar el futuro; llama a la unidad para cambiar el régimen político actual, al servicio de las minorías, por un nuevo régimen al servicio de la mayoría social. Podemos llama a esa mayoría social empobrecida y vilipendiada para que se constituya en mayoría política y actúe en las instituciones a través de un frente amplio ciudadano. Esa es la unidad popular. Y unidad popular, por cierto, es un termino que no es ajeno a la izquierda política y revolucionaria, pero salgamos de ese jardín…

Es cierto que Podemos habla como un partido político y se está organizando como tal. Si lo hacen otros, ¿por qué no van a poder hacerlo ellos? Si otros no han sido capaces de levantar la ilusión y el movimiento que ha desatado Podemos, si otros, por deméritos propios, o como consecuencia de graves injusticias, han perdido credibilidad y han sido incapaces de transformar la movilización contra los recortes en acción política, ¿por qué razón iba a desaprovechar esa oportunidad Podemos? Podemos actúa como un partido político, y hace bien, porque necesitamos u partido político que no tenga ninguna hipoteca con el régimen para hacer lo que hay que hacer, y porque en su ADN político figura creación de una mayoría política que se corresponda con la mayoría social depauperada que ha sido víctima de la crisis.

Y en la medida en que Podemos actúa como un partido político que podría decidir acudir como tal a las elecciones e instalarse con una representación importante, hace gala de una generosidad sin precedentes en la política española para poner ese capital político al servicio de la unidad popular, cuando advierte que sólo formará parte de aquellas candidaturas, plataformas electorales o como queremos llamarlas que se fundamenten en procesos abiertos protagonizados por las personas, y no por los partidos. Es evidente que los partidos pueden participar, pero las decisiones no se deben tomar por negociaciones entre dirigentes u órganos -conformando así la famosa sopa de letras- sino por votación de todas las personas que intervengan en el proceso, militen o no en un partido.

¿Tienen sitio en este esquema los partidos políticos? Claro que lo tienen: es un proceso político, por lo tanto, los partidos, como otras organizaciones en las que se encuentra y coopera la ciudadanía, podrán apoyar unas u otras posiciones, y a unos u otros candidatos. Incluso, si se atreven, pueden presentar sus propios candidatos. Pero al final, tendrán que medir su influencia real y su fuerza en una votación y comprometerse de antemano con los resultados. Ningún partido, sea cual sea su trayectoria, su historia o su patrimonio político tiene garantizado nada si sus candidatos no pasan por el filtro de la votación. Y Podemos, en este proceso, tiene el mismo poder y las mismas prerrogativas que IU, EQUO o cualquier otra organización de cualquier tipo que quiera participar.

Y esto que digo en el párrafo anterior tampoco es tan raro: se está haciendo así en Ganemos Madrid, donde los partidos mantienen un discreto segundo plano, aunque sus militantes y algunos de sus dirigente estén participando activamente a título individual. Lo único que dice Podemos, lo que quieren decir Monedero e Iglesias con las declaraciones que comentamos es que si el proceso de conformación de candidaturas de unidad no es de estas características, ellos no participan y van solos a las elecciones. Es una postura legítima y desde luego, honesta, por clara.

He dicho.