¡He visto la luz!

Hablemos sobre la soberanía de Gibraltar

05/09/2013

Dijo el orto día el Ministro de Asuntos Exteriores  en una comparecencia en el Congreso de los Diputados sobre Gibraltar, que no quería hablar sobre soberanía de la roca, aunque parece que luego lo hizo, y lo que dijo fue ampliamente celebrado por la derecha patriótica que domicilia sus sociedades en Gibraltar y tal. Pues yo hoy quiero hablar sobre soberanía, miren ustedes por dónde, porque creo que en el tema de Gibraltar -como en casi todos los demás temas- lo mejor es decir las cosas claras y no ocultar lo que se piensa. Y además, porque este es mi blog y me da la gana de hablar sobre la soberanía de Gibraltar. Esto es, pues, lo que hay.

Así, que si yo fuese  responsable del gobierno de España, mi posición y mi política sobre el Peñón sería la siguiente:

1.- Algunos hechos previos: Parece que es un hecho que los gibraltareños, es decir, las personas que viven en Gibraltar son británicos, se sienten británicos y quieren ser británicos. Esto es así por varias razones. La primera, quizás, es que han nacido en suelo británico y se han educado como británicos. No es menos importante, en mi opinión, el hecho de que perciben que, como ciudadanos británicos residentes en un territorio con una legislación «especial» tienen un nivel de vida superior al de sus vecinos españoles del otro lado de la verja. Así mismo, su sentimiento de identidad británica está quizás acentuado porque viven en una pequeña colonia alejada de la metrópolis y rodeada por territorio de una nación que pretende quitarles el dominio del territorio en el que viven.

2.- No sé si Gibraltar es una colonia en el sentido tradicional de la palabra. Quizás jurídicamente lo sea. Sin embargo, los gibraltareños no tienen menos libertades que sus compatriotas británicos, ni que sus vecinos españoles del otro lado de la verja. Tampoco tienen obligaciones especiales, ni hay en Gibraltar un ejército de ocupación que reprima sus aspiraciones de libertad o que les esquilme a impuestos. Antes bien, los ciudadanos gibraltareños gozan de los mismos derechos y libertades que el resto de la ciudadanía de la Unión Europea, e incluso de ciertos privilegios económicos.

3.- Como consecuencia de su peculiar situación histórica, en estos trescientos años, Gibraltar se ha constituido claramente como un sujeto político con derechos, es decir, los gibraltareños tienen legalmente reconocido el derecho de autodeterminación. Así lo reconoce la ONU cuando lo define como una colonia cuyo pueblo tiene derecho de autodeterminación y que debe ser descolonizada mediante un proceso negociador entre Gran Bretaña, como potencia colonizadora, y España, como nación de cuyo territorio se desgajó el territorio de Gibraltar mediante el Tratado de Utrech. Gran Bretaña, de Hecho, hace décadas que reconoció el derecho de autodeterminación de Gibraltar.

4.- Diga lo que diga el Tratado de Utrech, firmado en 1713, no puede determinar ni la vida ni la voluntad de personas que viven actualmente, es decir, no se puede apelar a un tratado firmado hace tres cientos años en unas condiciones políticas absolutamente diferentes de las actuales, para negar a los gibraltareños el derecho democrático a decidir sobre su futuro. España debe reconocer también el derecho de autodeterminación de los gibraltareños.

5.- Gribraltar, al margen de cualquier consideración de política internacional, forma parte geográficamente de una comarca en la cual hay otras ciudades y debe administrar los intereses económicos, ambientales y políticos en colaboración amistosa con dichas ciudades y localidades, en el marco de una legislación común de rango superior a la británica y a la española, como es la europea. Todos los conflictos de este tipo existentes en el presente, y los que se han dado históricamente se resolverían, o al menos dejarían de tener el carácter enconado que tienen, una vez que los gibraltareños tuvieran la seguridad de que España no está sobre sus hombros esperando el momento de lazarse a poner la bandera rojigualda en lo alto del peñón.

6.- Visto todo lo anterior, siendo responsable del Gobierno de España, renunciaría a cualquier reclamación de soberanía sobre el Peñón de Gibraltar y reconocería efectivamente el derecho de los gibraltareños a decidir sobre su propio futuro. A cambio de ello, introduciría medidas para garantizar que la peculiar legislación económica y fiscal de Gibraltar no perjudicase a ciudadanos españoles o europeos que residen y tienen intereses en el lado español de la verja y trataría de conformar una voluntad política en el seno de la UE para acabar de hecho con los paraísos fiscales existentes en el territorio de la Unión.

He dicho.