Pasaron ya aquellos tiempos en los cuales, para que a uno de le enterraran con un mínimo de dignidad tenía que ser emperador del Alto y del Bajo Egipto.

Raúl Sánchez

19/10/2015

Me he enterado por Facebook de que Izquierda Unida de Rivas le hizo el domingo un homenaje sorpresa a Raúl Sánchez, y me he enfadado un poco. No porque crea que Raúl no lo mereciera, sino porque no me avisaron para estar allí. Me hubiera encantado acudir.

Conocí a Raúl el mismo día que me incorporé a trabajar en Rivas, en diciembre de 1999, en el despacho de alguien a quien prefiero olvidar. Estaba, junto con otros compañeros, preparando la intervención de la delegación de IU Rivas en una asamblea de IUCM. En seguida me llamó la atención Raúl, un tipo risueño, sentado en un lugar principal de aquel despacho, pero discreto y silencioso. Pensé cuando le vi: Anda, el Cid Campeador es concejal de Mantenimiento Urbano en Rivas. Y es que tiene cierto aire a guerrero castellano medieval, siempre me lo imaginaba en los plenos con el casco, la espada y el escudo…

Raúl Sánchez ha sido un político espléndido y ejemplar, un político del que no se puede decir ni que el poder se le subiera a la cabeza, ni, mucho menos, que le cambiara. Raúl ha estado –y sigue estándolo- siempre a disposición de su formación, sin caer en la tentación del cesarismo, que tantos estragos hizo en ciertas cabezas entrecanas, e incluso peladas, en Rivas. Decir Raúl es decir lealtad, no al líder, sino al proyecto común. Le dijeron que fuera concejal de Mantenimiento Urbano y lo fue. Le dijeron que fuera concejal de Mujer y lo fue, y luego fue concejal de Deportes porque le dijeron que lo fuera. En todos esos lugares desempeñó su labor lo mejor que pudo y supo y en todos ellos se ganó el cariño de los vecinos y vecinas con los que trató y de los trabajadores municipales que colaboraron con él.

Jamás puso una mala cara por los lugares mas o menos adelantados en los que su organización le puso en las listas electorales, o por el carácter mas o menos agradecido de los cargos municipales que desempeñó, y su ambición política, si la tenia, siempre estuvo al servicio de la organización. Y hablo en pasado porque su carrera política ha terminado, y ahora es un feliz jubilado. De hecho, él pensaba haberse retirado un par de legislaturas antes, que lo sé yo, y si no lo hizo fue porque las circunstancias se impusieron para equilibrar a quienes llevaban décadas hablando de renovación sin renovarse.

Siendo concejal de Mujer o de Deportes es relativamente sencillo ser conocido y apreciado por la gente, ya que estás permanentemente dando premios y en contacto con ella. Pero es que a Raúl ya le quería todo el mundo en Rivas cuando era concejal de mantenimiento urbano, que ya ven ustedes: el concejal que pone en la ciudad los resaltos que estropean los bajos de nuestros coches, o al que todo el mundo echa la culpa de lo sucia que está siempre la ciudad era, casi desde el principio, y sin lugar a dudas, el mas querido por la gente.

Raúl es un tipo brillante. No porque diga los mejores discursos, ni rebata mejor que nadie las patrañas de la oposición. Raúl brilla porque la gente le quiere, y por eso, hasta los miserables que hablaban de él a veces con desprecio, le querían siempre en lugares destacados de la candidatura electoral. Izquierda Unida de Rivas le debe a Raúl, sin duda, buena parte de sus victorias electorales. No puedes ir por la calle con Raúl sin que le salude la gente, le llame por su nombre y le abrace o le bese. De hecho, Raúl es la persona que más bodas ha celebrado en Rivas, incluyendo cualquier párroco o alcalde que la ciudad haya tenido. Y a diferencia de otros, a los que también saludan por la calle por su nombre, Raúl siempre sabe el nombre y las circunstancias personales de quienes le saludan. Siempre sabe qué decir, siempre sabe qué preguntar, y sin necesidad de un jefe de gabinete que le sople al oído quién es cada cual.

Pero además de todo esto, a Raúl le adorna otra virtud importante, muy importante: hace un cocido espléndido. Durante los años que trabajé en Rivas, muchas veces me tuve que quedar a comer allí. Muchas de esas veces me invitaba a comer a su casa y los lunes, creo que era los lunes, había cocido. Recuerdo, porque no lo había visto desde que mi madre dejo de hacer cocidos, la salsa de tomate cocido, no frito, con cominos que prepara para acompañar los garbanzos. Ya no veo a Raúl tanto como antes, por eso, me hubiera gustado haberme enterado del homenaje a tiempo para haber estado.

En el ultimo año de su carrera política, una coalición antinatura de traidores y miserables se han empeñado en arruinarle la vida. Hubo un momento en que parecía que lo iban a conseguir, pero al final, el tiempo pone a cada cual en su sitio, y si a día de hoy unos sólo tienen el desprecio de lo que fue su organización, otros reciben de ella los homenajes que merecen.